Resultado, desde hace un par de años nos encontramos con dos lotes de Navidad en casa.
Cremas de avellanas que no probamos, whiskys que acabamos regalando por no ser aficionados a ellos, coñacs que van a parar directos a los guisos...se salvan los cavas que tienen su salida en los cumpleaños y el vino que tomo en las cenas.
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