Algo de mí...22‏


CAPITULO VI



Digamos que el divorcio fue civilizado como nos gusta decir cuando no interviene un juez y no utilizamos a los hijos como chantaje, así que Luís y yo nos convertimos en unos ex civilizados.

Aunque él era consciente de que nuestro matrimonio no funcionaba le costó entender que quisiera separarme, después de todo las discusiones no eran el pan nuestro de cada día, pero como le tuve que hacer ver si lo eran los silencios.
Unos silencios que resultaban muy duros para mí, la ausencia de comunicación con el que tenía que ser mi compañero de vida, mi apoyo, mi amigo del alma me resultaba asfixiante.

Manuel fue la única gran preocupación que tuve para tomar la decisión, pero si algo tenía claro era que la relación con su padre tenía que ser todo lo estrecha que ellos quisieran, sin cortapisas.

En cuanto Luís asimiló que no había marcha atrás empezamos el proceso, el piso en la que vivíamos era de alquiler y decidimos que me lo quedara yo, de esta manera el niño no tendría que sufrir además de la separación de sus padres una mudanza. Él por su parte decidió alquilar otro a pocos kilómetros del pueblo en el que vivíamos, quería seguir cerca de su hijo pero no quería continuar viviendo en la misma población, algo que entendí perfectamente y que con el tiempo consideré una buena decisión.

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