Primer libro del año del Club de Lectura, y no podía empezar mejor; iniciar el año con el descubrimiento de uno de los grandes es un regalazo para los que nos gusta leer.
Por desgracia la literatura canadiense es la hermana pobre frente a la poderosisima literatura estadounidense, por lo que joyas como este libro nos llegan tarde y con poco marketing detrás.
Una de las ventajas de participar en un club de lectura es poder leer libros que tal vez nunca nos hubiésemos ni acercado, evidentemente para bien o para mal...pero esta vez os aconsejo su lectura.
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